jueves, 31 de mayo de 2012

Cómo ser periodista y no morir (de hambre) ni matar (a la democracia) en el intento.



El pasado jueves 17 de mayo, los alumnos de la asignatura “Información Audiovisual Multimedia y Educación” de la Universidad Complutense de Madrid tuvimos la suerte de poder disfrutar de la interesantísima ponencia de Miriam Meda González (Radio Ritmo Getafe/URCM/ReMC) acerca de los medios comunitarios, desconocidos para la mayoría, pero que son una salida real para los que estudiamos la bonita profesión del periodismo. Otro periodismo es posible, salir de la espiral del silencio, también.

¿Qué es un medio comunitario?

Lo primero y fundamental es definir qué es un medio comunitario. Se trata de organizaciones sin ánimo de lucro, dirigidas por un colectivo ciudadano. Por tanto un medio con socios capitalistas jamás podrá considerarse comunitario precisamente porque su fin último será lucrarse. Tampoco podrán ser considerados comunitarios aquellos medios proselitistas, es decir, aquellos con un claro cariz religioso, partidista, etc.

Por otro lado, en los medios comunitarios la financiación se destina íntegramente al proyecto, los beneficios obtenidos no se reparten al uso, sino que se reinvierten en el mismo proyecto. Por supuesto, para poder considerarse comunitario, el medio tiene que tener unos objetivos y unas actividades sociales, si no, por mucho que sea sin ánimo de lucro, no cumplirá los requisitos para considerarse “medio comunitario”.

La toma de decisiones en este tipo de medios es mucho más democrática. Si bien hay personas con más experiencias de los que obtener consejos en momentos determinados, no hay un director o redactor jefe que imponga su palabra sobre los demás. El medio comunitario es gestionado de manera participativa y horizontal con reuniones periódicas de una asamblea.

Durante su exposición, Miriam Meda resaltó que estos medios tienen principalmente dos objetivos:

1) Profundizar en la democracia promoviendo la participación

2) Transformar la sociedad dando voz a los que no la tienen y hablando de lo que otros medios no hablan.

Y es precisamente con esta última premisa con la que los medios comunitarios tienen mucho ganado. En la sociedad actual tener voz es muy importante, poder darla, más aún, y los medios comunitarios abren las puertas de la libertad de expresión a todos y cada uno de los ciudadanos. Además, la pluralidad de temas tratados en estos medios, ajenos a la telaraña mediática, a esa voz casi única que proponen los grandes conglomerados mediáticos, hacen aún más atractivo este tipo de medios.

Especialmente interesante me pareció el programa dedicado íntegramente a África que nos mencionó Miriam Meda. Sólo el hecho de tratar sobre el continente negro sin centrarse (como los grandes medios) exclusivamente en las tragedias, guerras y demás noticias llamativas, me merece mi más sincera admiración. No debe ser fácil informarse y profundizar en estos temas.

Ni legales ni ilegales

Ni legales ni ilegales, simplemente alegales. Las radios comunitarias se encuentran actualmente en un limbo legal que les permite emitir pero que les impide llegar más lejos. El hecho de no obtener las frecuencias a las que por concurso optan hace que radios más grandes “pisen” su emisión y que su difusión no tenga la repercusión que podría llegar a tener de disponer de las licencias oportunas. La “dedocracia” a la hora de repartir las frecuencias a la que alude Miriam Meda tiene la culpa.


Periodismo, el mejor oficio del mundo

En definitiva, mensajes como el que aporta Miriam Meda transmiten un resquicio de optimismo. El oscuro futuro que se nos plantea a los próximos periodistas parece que puede empezar a clarear.

Mediante iniciativas como los medios comunitarios, otra radio es posible, otras salidas, incluso es posible que podamos trabajar en lo que nos gusta y es que, después de todo, no queda más remedio que darle la razón a Gabriel García Márquez cuando dice que el periodismo es el mejor oficio del mundo, que es “una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no la haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente”.




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